martes, 15 de diciembre de 2009

¡Peligro, embarazada!

En el artículo que Manuel Rivas publicó el sábado pasado en el periódico El País criticaba la hipocresía existente respecto al tema de las mujeres embarazadas y, muy especialmente, si estas eran trabajadoras. Aludía al hecho de que el gobierno español diese más ayudas a los coches recién nacidos que a los bebés. Y yo, absolutamente indignado, me pregunté: cuando actualmente los políticos se devanan los sesos y se enfrentan abiertamente por el tema del aborto, dedicando enormes esfuerzos económicos y humanos por colocar el asunto en el lugar que le corresponde, ¿por qué no ponen la atención en cosas que verdaderamente afectan al día a día de muchísimas familias y emplean todo ese esfuerzo para que las mujeres y los hombres que quieran tener un hijo reciban toda la "seguridad social" que merecen?
Tan difícil es planificar medidas que supongan un beneficio real para la gente. Por ejemplo: el dinero destinado al cheque bebé, que habrá supuesto un desembolso enorme con un objetivo más bien inútil, por qué no se destinó a aumentar el número de plazas en guarderías o los meses de baja maternal, siendo así la cobertura del estado minímamente mejor.
Por otro lado, en estos tiempos de discriminación positiva, de Ministerio de Igualdad y de gilipolleces del tipo soy un miembro o una miembra, dónde están las medidas que protejan a la mujer que esté encinta para que no peligre su puesto de trabajo sin que produzca un gasto añadido a las empresas, y después no nos tengamos que llevar las manos a la cabeza por noticias como que tres de cada cuatro mujeres tuvieron problemas en su trabajo.
En general, dicen que España es un país de clase media, el arco de población más maltratado de todos y al que teóricamente debería ir dirigida la legislación vigente. Pues si esto es así, que no vendan castillos de humo, que no se hagan fotos de ministros/as enchaquetados levantando la bandera de la paridad, sino que si verdaderamente quieren que la discriminación positiva tenga calado en el mercado laboral hay que evitar que la maternidad se vea como un hándicap, y así, las mujeres opten a cualquier trabajo en las mismas condiciones que un hombre. El problema radica en que estas actuaciones no generan marketing ni dan titulares rimbombantes en los medios de comunicación.
En fin, después de tanta comedura de olla y tanta impotencia, la conclusión a la que he llegado es que no somos una sociedad tan moderna y avanzada y todavía acumulamos un retraso de treinta años con respecto al resto de Europa. Así que antes de ponernos ninguna medallita nos queda mucha leña que cortar y civismo que aprender.

viernes, 20 de noviembre de 2009


La infancia es un tiempo que no tiene medida. Los niños no se paran a mirar el reloj para averiguar si podrán jugar durante la tarde después de hacer sus tareas. Poseen la seguridad y el tesoro de la inocencia. Ellos, nosotros, no necesitábamos nada para sentir la vida en las pequeñas cosas como quieren enseñarnos ahora. Aprendíamos a velocidad de vértigo que las calles oscuras no debíamos transitarlas, que los compañeros de mirada altiva y maliciosa era mejor esquivarlos, que a un buen vaso de leche era necesario echarle tres cucharadas de cola cao. Y así, sin prisa, los soles y las lunas, con una sonrisa enorme, iban enseñándonos el camino.

Después, cuando el tiempo finalmente se materializa y adquiere esa apariencia metálica, fría y fugaz, rememoramos la niñez como aquel lugar alucinante, en el que los días pasaban despacio y casi los podíamos retener entre las manos. Una sensación extraña y poderosa que otorga sentir que todo lo que ocurría entonces era un descubrimiento, lo cotidiano una aventura ilimitada, y poseer una mirada de asombro inquebrantable que encendía todas las cosas. De este modo, las vivencias jamás caían en el olvido, pese a que la madurez nos arrastrase por sus riadas de responsabilidad o el trabajo tedioso se tragase un buen puñado de sueños. Y ahora, yo, ya adulto, cuando salgo a la calle y veo a los niños jugar desenfadados, gritando como locos bajitos, me entran ganas de ponerme los “tenis” y pegarle patadas a un balón o revolcarme alegre con mis amigos en el suelo.


Hoy, día internacional de los derechos del niño, para que la niñez siga siendo el espacio feliz de la fantasía, sería imperdonable que no recordásemos a todos aquellos pequeños que le han robando la infancia, que viven confinados en cárceles de miedo. Por eso, nosotros, los que amamos al pequeñajo que fuimos, tenemos que proteger el milagro de ser niño para que nunca nos avergoncemos de haberlos abandonado.

miércoles, 28 de octubre de 2009

El cuento de la venta de pisos

El tema de la vivienda es una patraña increíble. Todo el mundo vive en sus mundos de yupi y cada uno ve una realidad distinta. Por un lado, están los dueños que quieren vender sus pisos al precio marcado hace tres años, como si estuvieran dentro de la burbuja inmobiliaria que reventó hace dos. O te encuentras con el personaje que supuestamente está concienciado con la crisis y vende su vivienda a 37 millones cuando antes estaba a 40, otra salvajada. Ciertamente no sé quien es peor si el primero que sigue alojado en la fantasía de la especulación inmobiliaria o el que te quiere engañar vendiéndolo carísimo con la excusa de hacer la rebaja. Y luego, en el otro extremo, encontramos a los infelices que pretenden comprar un piso a un precio más ajustado y se dan de bruces a las primeras de cambio, pura fantasía. Claro, los segundos no quieren pagar más de lo debido, sobre todo porque el que compra hoy en día lo que desea es vivir en un hogar y dejarse de especular, y también porque los bancos han echado el cerrojo y ponen más impedimentos a la hora de otorgar un crédito.

El caso es que las situaciones absurdas se multiplican, y a mí, me encabronan soberanamente. Por ejemplo, tienes al individuo que dice que la cosa ya no está tan disparatada, pero no se avergüenza cuando comenta que hace 10 años compró una casa por 4 millones y ahora por menos de 50 no la vende, e incluso, hay propietarios que han sido embargados por el banco ante de negarse a rebajar el importe. En definitiva, nos hallamos en una situación de inmovilidad esperando a que el mercado vuelva a reactivarse por arte de magia. Sería necesario que la gente valorase el asunto con perspectiva, analizando la evolución que ha tenido la venta de pisos a lo largo de la década y se extrajesen las verdaderas causas del crecimiento desmesurado de los precios. Hay que recuperar el equilibrio y comprender que un inmueble no puede revalorizarse en un 1000 por 100 en pocos años si no es a causa del negocio ficticio que provocaron las inmobiliarias y los bancos. Debería salir alguien del gobierno, ¿no teníamos un ministerio de la vivienda?, para que pusiese orden en el asunto y concienciase a todos los implicados con el fin de recuperar la cordura.

jueves, 15 de octubre de 2009

MICRORRELATO: "El Ingenuo"

Entró de nuevo al dormitorio y la encontró tendida en la cama. Parecía dormida, sin embargo, el charco de sangre delataba que la muerte se la había llevado. Nervioso abrió todas las habitaciones de la casa en busca de ayuda, nadie contestó. A lo lejos retumbaban las sirenas de la policía que se acercaban poderosamente. Con grandes zancadas bajo las escaleras y salió a cielo abierto. Los blancos faros le deslumbraron los ojos cuando alguien grito: ¡alto, policía! Y el hombre levantó los brazos empuñando un cuchillo ensangrentado en la mano derecha.

jueves, 8 de octubre de 2009

LA SALA

La vida como una estampida de gritos
escapa por las hendiduras
de las ventanas heridas que rodean
la sala de espera de un hospital.
El silencio, león agazapado,
arremete contra el filo de las vidas
que perseveran en las habitaciones.
En la última, vuelve a llorar una mujer
mientras la muerte alza el vuelo
con el aire olor de morfina.

Un joven cabizbajo sale del ascensor.
Se le ve cansado, pero aún lleva
la esperanza apretada en el puño.
De repente una sonrisa nace de su boca,
una chica lo abraza con vehemencia,
debe de ser su novia.

Los fantasmas anclados a su espalda
desaparecen milagrosamente.
Allí mismo, en los limites de una baldosa,
consuelan el dolor y derrumban
las rabiosas sombras que acechan como buitres,
y entierran por un instante sus miedos
tras las cortinas verdes de las paredes.
Yo los miro a prudente distancia
bajo la luz eléctrica y mortecina
de esta maldita sala de hospital.

viernes, 2 de octubre de 2009

SOLILOQUIO CONFUNDIDO DE UN SUICIDA EN APUROS

Desde el instante que adquirí conciencia de individuo único intenté armar una vida con significado, encauce la sucesión de decisiones y las consecuencias de mis actos dentro de un patrón conducta por el que cobrasen sentido en su conjunto, formando partes de una misma unidad, yo. Sin embargo, todos mis esfuerzos fueron en vano. Puse nombre a todos mis sueños y luche por hacerlos realidad; conseguir un buen trabajo, mantenerme cerca de los míos, pretender absurdamente ser útil para el mundo o dejar una huella visible en los seres queridos como un intento desesperado de sentirme un poco inmortal. Sin embargo, creo que nunca llegué a conseguirlo del todo, cuando menos lo esperaba ocurría algo que desmontaba el frágil entramado de mi existencia.

Elegí caminos que no siempre llegaban a dónde quería ir, a veces, el resultado de las acciones era el contrario del esperado, provocando otro disparate mayor. Pienso que soy un insignificante peón arrojado a un azar maravilloso, un accidente en cadena que no lleva a ningún sitio. Pero lo más sorprendente es que ni siquiera los sentimientos que acompañan a las vivencias mantienen una relación proporcional, y en ocasiones, la situación más duradera no deviene en el recuerdo más perdurable. Así no hay quien se entienda. Me devano los sesos tratando de explicar el sentido último de esto qué les ocurre a los mortales, pero no hallo respuestas. De todas formas, no me preocupa, yo ya estoy tranquilo, sé donde se esconde el fundamento esencial de vivir: está en la acumulación de emociones, ideas, pensamientos y zozobras inexplicables, retales desperdigados que se entretejen en la persona, en los errores que se cometen y que nos hacen más auténticos, en la inevitable aleatoriedad de un mundo obsesionado con categorizarlo todo. Por eso el ser humano puede amar, porque no se rige por normas estancas, porque está al servicio de lo intangible, de lo desconocido, de lo inapresable. A veces parecemos máquinas programadas que saben en cada momento lo que tienen que hacer y lo que se espera de ellas, pero gracias a no sé qué fuerza de la naturaleza o al impacto del caos inherente a la vida, nada ni nadie puede dictar el destino, enclaustrar el alma entre cuatro paredes o aprisionarnos en un decálogo previsible. El que esté conmigo que se tire sin paracaídas a ese precipicio negro que dan en llamar futuro.

jueves, 17 de septiembre de 2009

HAY EN LAS COSAS

(poema para un hijo futuro)

Hay en las cosas un rumor incesante,
una vibración invisible ante los ojos
plomizos que no quieren ver.

No caigas tú en la ceguera, abre los ojos
como si te fuera la muerte en ello,
no olvides que una migaja de pan
puede albergar la semilla del deseo.

No dejes que velen tu mirada
con promesas de humo,
y siempre aprende del desconsuelo,
recuerda que la tristeza
también guarda mucha vida dentro.

Y no temas a la fugacidad viento
que cruce desmedido tus huesos.
Piensa que vivir no tiene metas,
que cada amanecer trae una savia nueva
recorriendo los lindes de las cosas
para iluminar el laberinto
que transitarás sin que lo sepas.

domingo, 13 de septiembre de 2009

Imagino...

La semana pasada visité la casa-museo de Ana Frank en Amsterdam. La fundación que lleva su nombre rehabilitó la vivienda donde Ana y su familia permanecieron recluidos durante la II Guerra Mundial y en la que escribió gran parte de su memorable diario. El edificio se ha convertido en un símbolo que aglutina a todas las personas que fueron perseguidas y torturadas a lo largo de la historia. En las habitaciones aun pervive el silencio que los martirizaba, las ventanas pintadas de negro otorgan un atmosfera claustrofobica al lugar, hasta la libreria que daba acceso a la vivienda de atrás sigue intacta. Y en mitad de ese escenario sobrecogedor, sintiéndome un perseguido más, hablando en voz baja para que nadie me oyese, pensaba que la dulce Ana tuvo que recurrir a la imaginación para liberarse de la angustia del encierro, arrancarse los grilletes que no la dejaban respirar y sentir que crecía libre más allá de la torre que veía desde la ventana convertida en una escritora de éxito.

La historia de Anna Frank es un ejemplo de cómo las personas podemos ser un poco más libres, pese a que el mundo se nos caiga encima, aunque el presente se desmorone bajo los pies y la desesperanza corra por las venas como un virus suicida. Para ello, el ser humano dispone del poder inagotable de la mente, y en especial, de la imaginación. Igual que hizo esta niña, a nuestra manera, tratamos de moldear la cruda realidad para sentirnos unos privilegiados viviendo en un piso de treinta metros cuadrados, sorteando deudas y dolor como si fuésemos los protagonistas de un maravilloso sueño cumplido. Así, nadie podrá robarnos la experiencia del pensamiento, el mundo paralelo que creamos en los laberintos de la memoria, y sabernos héroes maltrechos pero aún en pie en mitad de tanta pesadumbre, desplegando los sueños para que ninguna tiranía ampute las ganas de vivir.

Al salir de allí no supe dónde dirigirme, había quedado aturdido por la visita. Entonces comenzó a llover. Para mí el agua tiene propiedades curativas, algo así como si al limpiar el horizonte también limpiase un poco mis ojos. Decidí echar andar sin rumbo mientras pensaba en mis cosas, o más bien, soñaba con el héroe que volaba sin alas en mi cabeza. Me sentí extrañamente feliz.

miércoles, 29 de julio de 2009

¿Somos malos por naturaleza?

Una de las cuestiones no resueltas respecto a la naturaleza humana es si la maldad puede venir impresa de forma innata o si es una cualidad aprendida. Cuando comprobamos que hay personas que tienen como “leitmotiv” hacer daño por encima de cualquier otra motivación más benigna, cuando en la mirada de los delincuentes de ETA no se intuye ni el más mínimo resquicio de resentimiento, cuando existen menores sin escrúpulos que cometen violaciones contra otros menores más indefensos, cuando siguen apareciendo de forma periódica nuevos casos de violencia de género, es imposible no cuestionarse la compasión de toda la especie. Sobre estre debate yo he llegado a una conclusión personal, que puede que no sea la más acertada, pero sí cubre mis expectativas al fin y al cabo. Pienso que todas y cada una de las personas al venir mundo traen consigo todo el espectro de cualidades personales posibles (bondad, serenidad, agresividad, afecto, empatía, etc.), y que será por medio de la experiencia y el carácter propio lo que haga que se desarrollen unas más que otras, siendo las más fuertes y las que nos contagie el ambiente las que predominen al final.

Al hilo de este razonamiento quería apuntar también el irrefrenable avance de un subtipo de maldad que inunda nuestra sociedad: la falta de civismo que tenemos que soportar en nuestra rutina cotidiana (“civismo: comportamiento respetuoso del ciudadano con las normas de convivencia pública”). Da igual que una anciana cargada con bolsas no pueda abrir la puerta de su casa, tranquilos, nadie va a ayudarla. Que entras en un ascensor y no puedes respirar por el asfixiante humo de puro, no importa, como el fumador se ha ido no hay a quien acusar. Que hay personas que llevan esperando su turno en una fila durante horas y aparece el listillo de turno para colarse enfrentándose a todos, pues da lo mismo. Y ya no digamos el peligro que pasamos cuando montamos en un coche y nos adentramos en la jungla de asfalto, “sólo puede quedar uno”…

Tengo la sensación de que cada vez cuesta más ponernos en la situación de los demás, empatizar con los sentimientos de aquel que sufre, y sólo vale imponerse por la fuerza. No sé si esta actitud será una consecuencia de la anestesia emocional a la que nos ha sometido la televisión por la sobredosis de penalidades que ofrece o por el individualismo salvaje que dirige nuestras vidas. El caso es que el maquiavelismo rige los actos humanos, y es mucho más difícil encontrar dignidad entre la sordidez que empaña a las personas. Por eso, a muchos nos sorprendió gratamente que el Hospital donde falleció hace algunas semanas un bebé asumiera sin ninguna excusa toda la responsabilidad, ¡se responsabilizaron de su error!, increíble. Pero más increíble aún es que esto ocurra tan poco.

lunes, 27 de julio de 2009

ESCENA DE AMOR EN LA ESTACIÓN

Llamas para avisar que el tren va con retraso,
el tiempo parece esquivar mis sueños.

Las nubes planean sobre la tarde
y el sol entreteje las vías
con hilos de lana blanca.
Tengo tantas ganas de verte
que casi olvido la falta que me hacías.

Espero en unos de esos bancos metálicos
que flanquean el foso de los trenes.
Nunca terminas de llegar
mientras el enorme reloj de la entrada
marca los segundos que aún me apartan de ti.

A lo lejos surge el tren lentamente,
la sirena vomita sus últimos jadeos
abriéndose paso entre las cortinas del aire.
Falta tan poco. Durante un instante pienso
que has podido bajar en otra parada
y un pájaro negro picotea mis huesos.
Escudriño ávidamente las ventanas
hasta que tu rostro quiebra la niebla del cristal.
Sonríes, te sonrío,
que sencillo ser feliz.
Ya juntos cruzamos unas palabras
y nos alejamos entre la gente:
- ¿has tenido buen viaje?
- Sí, ahora que he llegado.

lunes, 13 de julio de 2009

El Periodismo

Cada vez me fío menos de los periódicos. Tratan de engañarnos con su visión absoluta de la realidad, con sus agudísimas opiniones sobre el mundanal ruido, pero totalmente alejados de la rutina cotidiana de cualquier ciudadano. Esta aseveración la realizo después de quedar totalmente asombrado por la cobertura de ciertas noticias abordadas por el periodismo actual.

La primera, a nivel local, extraída del periódico “Úbeda Información”. En los últimos fechas se dedicaron a reflejar a toda página los reproches que políticos de IU lanzaban sobre el ayuntamiento en relación a un problema sobre el vertedero. Y en esa misma página, en un reducidísimo faldón en la esquina derecha informaban sobre una redada de grandísimas dimensiones que se había realizado en la ciudad, tras la que se detuvieron a 12 personas y se incautaron no sé cuantos kilos de droga y armas.

Claro, uno lee estas cosas y piensa que es debido al localismo exacerbado imperante en los pueblos. Sin embargo, en “El País”, periódico de tirada nacional, durante esta semana he leído en dos días consecutivos el tinglado que se ha formado por una denuncia interpuesta debido al volumen excesivo de las campanas de la catedral de Jaén. Por un lado, atendieron a las reacciones de la alcaldía y, al día siguiente, la respuesta del partido de la oposición. Yo no desprecio el sufrimiento insufrible, valga la redundancia, de la persona que tenga que soportar el tañido de las campanas, pero mi objeción va en otro sentido: verdaderamente, ¿la noticia más importante ocurrida en Jaén es la del repique del campanario de la catedral, que además era la única?.

He señalado la postura de dos periódicos, pero no creo que el resto mantenga una filosofía muy distinta a lo ya expuesto. En fin, no entiendo nada, y menos voy a entender leyendo periódicos sesgados y ridículos.

jueves, 2 de julio de 2009

EL CAUDAL

Habitualmente no prestamos atención al paso del tiempo, imperceptible como un susurro o el parpadeo inapresable de los ojos. Y cuando llega la hora de acostarse compruebo que el día se me ha volatizado entre las manos después de la sucesión repetitiva de ruidos, quehaceres, dilemas y lances insignificantes que almaceno en la alforja de la memoria.

Entonces me precipito sin rumbo hacia un nuevo día, atravesando el umbral de la noche transportado hacia el futuro con forma de boca de lobo, hacia un lugar donde ni siquiera tengo la seguridad de que existan las estrellas. Entrar en la estancia de los delirios esta madrugada, descubrir la pátina de azar que cubre las nubes, averiguar si estará nublado o será una jornada luminosa, si tropezaré con algún obstáculo, si salvaré algún recuerdo de las profundidades del olvido o si una teja reventará en mi cabeza, es mi única e insustituible tarea. La noche es silenciosa. Estoy solo y abrumado ante el goteo que no cesa, los brochazos de vida que acarician nuestra piel.

Y pese a todo, contento y tranquilo, qué paradojas tiene la vida. Yo utilizo un método para soportar el mundo; zambullirme en el caudal de las cosas, habitar la tierra como si estuviera embarcado en una piragua zigzagueante que cortara el agua de los días, aguantando los mínimos dramas que nos asaltan, atreviéndome a saborear el amanecer silencioso que brota en los objetos cotidianos, los acontecimientos que tuercen el sendero de las olas, los cuentos que nos mienten, la realidad que rompe los caminos como un embalse niega el horizonte. La vida es una huida suicida hacia la muerte, y no hay vuelta atrás. Da igual el fin insignificante; el ser humano tiene la enorme capacidad de no morir cada día, de adaptarse a la pesadumbre, a la confusión, al absurdo, y para ello, se engaña a sí mismo soñando con la inmortalidad que flota en la sonrisa de un hijo o en la mirada del ser amado.

martes, 23 de junio de 2009

el Festival de Musica de cine

En menos de un mes se celebra en Úbeda el “V Festival Internacional de Música de Cine ciudad de Úbeda” (del 16 al 19 de julio). Muchos de vosotros habréis oído hablar del mismo, si no, podéis encontrar información en la web www.bsospirit.com .Es uno de esos eventos que pasan desapercibidos al conjunto de la población pero que reúne todas las características de un acontecimiento de extraordinario nivel, y en especial, de extraordinaria relevancia musical. Puede que la cita esté dirigida en parte a ese colectivo llamado “friki”, subido a un pedestal en estos últimos tiempos, como los únicos baluartes de la cultura imperante (comics, video juegos, películas de comics, películas de video juegos...). No obstante, yo me dirijo a cualquier persona que disfrute del arte en toda su extensión. Allí podrán disfrutar de la presencia de un increíble elenco de artistas y profesionales dedicados a la música de cine, y más aún, tendrán la oportunidad de disfrutar de unas jornadas con múltiples actividades que van desde la compra de discos hasta la firma de autógrafos por los compositores pasando por conferencias y comidas a las que acuden los asistentes al Festival y los propios músicos. Mención aparte merece el concierto ofrecido por una orquesta sinfónica y un coro en un entorno tan especial como el patio del Hospital de Santiago, en el que se interpretan temas de los distintos artistas dirigidos por los propios invitados venidos de todas las partes del mundo. En fin, os cuento todo esto y parece imposible que ocurra en la provincia de Jaén, en las tierras perdidas entre olivos. Sin embargo, a mí me parece más inaudito que no tenga la transcendencia que merece, siendo uno de los hitos de gran valor cultural que se dan durante todo el año en nuestra provincia .

sábado, 13 de junio de 2009

El tranvía

No llego a entender la necesidad que tienen los políticos de alterar el paisaje de las ciudades en las que gobiernan por encima de todo, dejando su sello como un intento de trascender cuando ellos ya no estén para que todo el mundo los recuerde. Estos atropellos que se cometen en muchas de las calles y avenidas de este país pueden deberse también a una forma de innovar, de ser más moderno que los otros, sin medir las consecuencias de sus actos, sin esa pizca de reflexión ni consideración con los ciudadanos que les otorgaron su confianza en las elecciones.

Ese es el caso de Jaén. La alcaldesa prometió construir un tranvía en una de esas promesas rimbombantes y sin sentido a las que son muy dados los candidatos, recibida con escepticismo por la mayoría de los electores. Claro, la gente pensaba que no podía ir en serio, una capital pequeña, con un tráfico asfixiante, planteaba otros problemas que urgían de la intervención de la alcaldía; por ejemplo, mejorar el servicio de autobuses urbanos que nadie soporta o mejorar de una vez por todas el tráfico para que no parezca que estamos en la quinta avenida de Nueva York. Pues nada, ni corta ni perezosa, ha pasado olímpicamente de estas demandas y ha acometido tan vasta obra. Y ahora, en mitad del caos provocado por las obras de acondicionamiento del entramado por donde transitará el tranvía, nos encontramos con el dilema de la tala de árboles irremediable en el centro urbano, el Paseo de la Estación, una de las arterias principales de la ciudad, la única que reúne cierto encanto por la sombra que expanden los plataneros situados a cada flanco de la avenida.

Pues el despiporre ya está servido. Nadie había estimado que habría que arrancar estos árboles que llevan más de cincuenta años formando parte de la estampa popular de Jaén, con lo que se le ha servido en bandeja de plata a la oposición para que lo utilice como arma arrojadiza. El caso es que mientras los políticos se enfangan en sus discusiones vacuas, los que padecemos las consecuencias del problema o los que sufriremos las secuelas de tan magna construcción somos los ciudadanos. Habría que movilizarse contra esta aberración, mandar un mensaje de lucidez a ese puñado de personajillos que pululan por el ayuntamiento porque cuando los arranquen será demasiado tarde. Lo más triste del asunto es que al final no habrá remedio. Las obras ya se han iniciado, y cuando estén a punto de finalizar dirán que a lo mejor se podría haber hecho de otra manera, pero que ahora es inevitable el delito, o lo realizarán a escondidas por la noche como hicieron con la Plaza de Coca de la Piñera los del PP y así no tener testigos. Y dentro de varios años miraremos con pena y rabia la ciudad mientras el tranvía, que pintarán de color verde, surcará las avenidas como un comecocos que todo lo devora.

lunes, 25 de mayo de 2009

No puedo con Leire

“No puedo con Leire Pajín”. Me repito esta frase cada vez que la veo en la tele. No sé de donde proviene este rechazo hacia la portavoz del partido socialista, si es alguna reacción alérgica impresa en mi ADN, pero no tiene explicación racional; es un sentimiento visceral. Imaginaos hasta qué límite llega mi rechazo, que estaba pensando en montar un foro anti-Leire, sin embargo, la sangre no ha llegado al río, ya qué tampoco he tenido el gusto de hablar con ella, sino que mi repulsa se focaliza en lo que representa el personaje.

Después de pensar en todo esto creo haber llegado a una conclusión que justifica mi reflejo. Creo que de entrada, nada más aparecer en pantalla, parece un guiñol de sí misma. Y allí, en mitad del escenario político, siempre redundante, se pone a farfullar frases enlatadas a diestro y siniestro, topicazos que ni ella se cree, como si fuera un papagayo. Luego adopta esa actitud de reproche sistemático, con el labio torcido, como si estuviese a punto de liarse a pegar mordiscos, a lanzar puyas al contrario sin ton ni son, sin decir nada positivo. La miro fijamente y no me genera ningún sentimiento de confianza.

En fin, puede que me haya contagiado de algún virus que provoque este brote de antagonismo pajinero, y eso que soy de izquierdas. El caso es que si ella representa la cantera que ha de dirigir el futuro PSOE, conmigo que no cuenten.

domingo, 17 de mayo de 2009

Las enseñanzas del enebro

Estando de vacaciones en Huelva acudí a una visita guiada por el Coto de Doñana. La intención era realizar alguna actividad que no fuese estar tumbado en la playa y beber cerveza. De este modo, dedicamos la jornada a realizar una excursión por las entrañas de dicho parque. La experiencia resultó fantástica. Es sorprendente como en una área tan limitada puedan coexistir hasta cuatro ecosistemas distintos.

Durante todo el recorrido el guía, que llevaba más tiempo viviendo allí que los propios linces, iba desgranando curiosidades sobre cómo se transformaba el paraje con el paso de las estaciones, el por qué en las inmediaciones de los eucaliptos no crece ni la mala hierba, los movimientos migratorios de las aves y hasta la importancia de que las marismas se sequen en verano, impidiendo que el agua se corrompa a causa de los excrementos de las aves y no mueran especies marinas autóctonas.

A cada giro del camino descubríamos nuevas hazañas naturales. Aún hoy, y ya han pasado varios años, me asombra la inmensa sabiduría de la naturaleza, la capacidad intrínseca que tiene para destruirse y recomponerse como medio para seguir creciendo y existiendo. El caso es que todo me pareció único, sin embargo, destacaría algo que me impactó sobre manera, el movimiento de las dunas. Anualmente, debido al viento, la arena de la playa avanza tierra adentro varios metros, dejando sepultada bajo tierra toda la vegetación que encuentra a su paso, provocando a su vez, que los animales que allí anidan tengan que desplazarse continuamente. Grabado a fuego vivo está en la esencia del ser vivo el instinto de sobrevivir, no hay alternativa. Por eso, los pinares, víctimas predilectas de las dunas, tratan de evitar el aniquilamiento al que están predestinados. Y lo hacen expandiéndose a los pies de la duna; las piñas que caen de los árboles ya sentenciados son las semillas de los nuevos pinos que salvan la especie, una huida hacia delante que vence a la muerte. Yo tenía los ojos abiertos como platos ante la visión de tal espectáculo. Pero el más grandioso vencedor en aquel escenario donde se batían a duelo las fuerzas de la naturaleza, fue un arbusto insignificante, de no más de dos metros de altura, famoso por sus frutos con los que se elabora la ginebra, el enebro. Me dejo totalmente pasmado. Esta planta se enfrentaba, como si del mismísimo David se tratase, contra un Goliat con forma de feroz nube de arena. Para ello tenía que adaptarse a las circunstancias, ser capaz de retorcer el tronco hasta casi rozar la arena para permitir que las raíces sobresaliesen de la tierra, posibilitando que la arena atravesase las rendijas abiertas entre las ramificaciones del enebro, librándose de quedar enterrado.

Al finalizar el trayecto me alejé de allí reflexionando sobre cuánto tenemos que aprender los humanos de la naturaleza; ser capaces de adaptarnos al medio, retorcernos como el enebro para rentabilizar nuestras cualidades, buscar alternativas, rehacer el maltrecho camino que no conduce a ningún lugar alumbrándolo de esperanza, y persistir y persistir para que las adversidades, los fracasos, el implacable paso del tiempo no trunquen nuestro paso confuso por el mundo, y así, optimistas, sacar pecho frente a la zozobra que maniata el ansia de vivir.

jueves, 30 de abril de 2009

LOS NO MUERTOS

Desde tiempos inmemoriales el ser humano siempre ha temido a la oscuridad. Ya en la más tierna infancia incubamos un miedo irracional a la noche, nos quejamos si nuestros padres no dejan un hilo de luz que proteja nuestros sueños indefensos, como si de las sombras pudiesen surgir criaturas extrañas. Y a la vez, paradójicamente, hemos sentido una intensa atracción hacia lo tenebroso, hacía la mitología vampírica. Y es que el hombre presenta muchas similitudes con los vampiros, estableciéndose como el reverso de nuestro alter ego donde depositamos los impulsos más perversos, violentos y sádicos de la naturaleza humana. Una curiosidad insana con la que liberamos amarguras y con la que podemos soñar con ser inmortales, como un elixir de la eterna juventud, aunque esté sometido al sufrimiento más profundo del alma.

Todas las creencias e historias que se han adentrado en la temática han llevado consigo un halo mágico, como si fueran seres superiores que viven al margen de toda ley, una mezcla de monstruos, humanos y semidioses. Les envuelve un magnetismo que se alimenta de la posibilidad que tienen los no muertos de jugar con la muerte; descansar sobre las sabanas de la nada y poder salir cada noche al mundo para saciar su hambre de sangre. Ha habido muchas tentativas de comprender los sentimientos más profundos de los vampiros, sobre todo, en la literatura y el cine. No obstante, han sido desiguales los logros, oscilando entre el tratamiento más burdo y ridículo hasta la plasmación más seria y respetuosa de todo el universo vampírico. En este sentido, hace unos días vi una de las últimas aportaciones más serias, profundas e intensas que ha dado el cine, la película “Déjame entrar”; una trama de vampiros niños de gran romanticismo, como no podía ser de otra manera, ya que el amor es el medio más puro para sentirse vivo.

En fin, hay que guardar un gran respeto por la mitología vampírica, ya que nosotros también andamos por los límites de ese submundo, la vida es un camino hacia la muerte. Y tampoco nos diferenciamos tanto de los chupasangres, andando de la mano por esta vida; luchamos por nuestra supervivencia, luchamos para evitar que nos aniquilen con estacas de madera o de cemento y luchamos por aceptar el destino que nos ha tocado.

lunes, 27 de abril de 2009

RELATO: "El viejo que perdió la taza del café"

Justo cuando las cosas estaban en su sitio perdí el norte de las cosas. Después de tanto de esfuerzo, de tantos años trabajando como un mulo, me revienta la vida esta enfermedad insoportable. El alzheimer no acarrea un dolor físico, y de entrada, no paraliza el cuerpo, sino que más bien, lo disparata, lo pone patas arriba; sí, como esa tortuga que colocamos sobre su caparazón mientras trata denodadamente de girarse a sabiendas de que pronto morirá si no lo consigue. Ese es mi calvario.

A nivel personal todo ha cambiado, el mundo se vuelve confuso; los rostros ahora son opacos, indefinidos, las habitaciones antes transitadas parecen túneles inexplorados donde habitan criaturas feroces, salir a la calle es ya una quimera, no tengo valentía suficiente para adentrarme en esa jungla de cemento y ruido. La última vez no supe encontrar el portal de mi piso, estaba ciego, sentía que me habían tapado la cabeza con una bolsa negra y a la vez un bate de beisbol la golpeaba con saña. Aturdido preguntaba a los asombrados viandantes que pasaban a mi lado en qué país estaba, quién se había atrevido a secuestrarme. Cuando no pude soportarlo más rompí a llorar y me tire al suelo esperando que la muerte llegase a por mí. Horas después, y con una pizca superviviente de lucidez, una mujer me dijo que no me preocupara, que era mi hija y me iba a llevar a casa.

Qué cabeza la mía. Lo que peor llevo es la soledad, saber que hay personas cerca de mí y no sentirlas más que como un desvanecido eco a kilómetros, un frío inabarcable que mina mi alma. Me hablan y me hablan, me zarandean, pero nunca sé qué decir. Entonces, cierro los ojos y aprieto la boca para que no se escape ninguna sandez. ¡Ay!, cuanto estará sufriendo mi familia.

En general, mis hábitos siguen siendo los mismos. Despierto sobre las nueve de la mañana, ni muy temprano ni muy tarde, así disfruto de varias horas por delante para realizar las tareas sin necesidad de soportar el cansancio de haber madrugado. Desayuno nada más levantarme. En ese instante fue cuando descubrí que pasaba algo raro. No soy muy quisquilloso, pero soy bastante ordenado. Desde hace muchos años tengo puesto mi tazón encima de la encimera junto al microondas, y siempre, lo primero que hago es cogerla y preparar un café bien cargado. Pues desde hace dos años soy incapaz de encontrarla en toda la cocina, por más que la busco nunca la encuentro. A veces he pensado que es un complot para hacerme la vida imposible, una tortura basada en impedir que disfrute de los pequeños placeres que alegraban mi vida: un buen café, un paseo al anochecer por el parque, un whisky de malta…todo me lo han quitado.

Bueno, no sé. Es difícil que os pongáis en mi situación. Cómo puedo explicarlo de una forma clara; ya no encuentro las mismas respuestas a las mismas preguntas. Nada vale para reconducir mis pasos, me dirijo hacia un precipicio que anida en mi fuero interno. Y pronto no tendré ni eso. Sin embargo, todavía agarro la mano de mi mujer y enardece mi sangre. En ocasiones pienso que sólo basta el roce de la piel de algún ser querido para ser feliz.

martes, 14 de abril de 2009

PREGUNTAS SIN RESPUESTA

¿Por qué en multitud de ocasiones la génesis de la conducta humana está intrínsecamente ligada al hecho de joder al prójimo?

¿Por qué existen tantos creyentes cristianos que miran a los agnósticos con aire paternalista e indulgente a la espera de que antes o después regresen a su rebaño?

¿Por qué hay individuos que defienden planteamientos desde un radicalismo exacerbado cuando desconocen las razones de otras posturas e incluso las suyas propias?

¿Por qué existen tantos socialistas que sostienen ideas conservadoras más propias de la derecha?

¿Por qué el 99% de los españoles no se indigna cuando se permite que una familia engorde sus bolsillos a costa del dinero del estado por el simple hecho de tener un grupo sanguíneo como cualquier otro español?

¿Por qué tengo la sensación que en cualquier acto, gesto o frase realizada por un político subyacen motivos malévolos?

¿Por qué he escuchado tantas veces la expresión “yo soy apolítico” cuando todo en la vida es política?

¿Cómo es posible que todavía surjan personas honestas y coherentes que pasen totalmente desapercibidas para los ojos del mundo?

¿Cómo es posible que en este mundo competitivo y corrompido sigan surgiendo personas coherentes y honestas?

¿Por qué me formulo estos interrogantes si sé que no les hallaré respuesta?

jueves, 12 de febrero de 2009

Cruza los dedos en un Hospital

Quiero contaros el suceso esperpéntico, más propio de una película de los Hermanos Marx o de Berlanga, que he vivido esta mañana en el Hospital de Jaén. Acudimos a primera hora de la mañana a las consultas externas tras la derivación previa del médico de cabecera. Estábamos en la sala de espera cuando anunciaron por megafonía el nombre de mi acompañante; para preservar la intimidad de mi acompañante, la seguiré llamando mi acompañante. Seguidamente, entramos a la consulta de nuestro médico asignado. Para que os hagáis una idea, el despacho era una habitación vetusta; bueno, mejor que vetusta que posee un aliento poético, era muy vieja, fría y de aspecto sucio.

Nos sentamos en las sillas frente a nuestro médico, que mantenía una actitud dispersa. Sin cruzar mirada alguna comenzó a hacer preguntas sobre los síntomas que presentaba mi acompañante. No había escrito ni tres líneas cuando irrumpió en la consulta una mujer vestida con bata blanca gritándole a nuestro médico: “¡pero, ¿qué haces tú aquí? No venía hoy fulano!” El médico le sonrió y, tras intercambiar varias frases cordiales, se fue sin despedirse. A continuación, nuestro médico regresó al análisis de la sintomatología que era el asunto que nos había llevado allí. Pero antes de dar un paso más sonó el móvil que guardaba en el bolsillo de la bata. Evidentemente tenía que contestar, era cuestión de vida o muerte. Las palabras literales de nuestro médico fueron: “bueno, ya me he enterado que se ha anulado, ja ja ja”.

Pasados diez segundos, apareció de la habitación contigua otro hombre también ataviado con bata blanca, solicitándole a nuestro médico que lo acompañara para no se sabe bien qué. En ese instante, tuve el impulso de agarrar el brazo de nuestro médico para que no se largase con aquel tipo. Porque claro, mi acompañante y yo, necesitábamos que nuestro médico pusiese todos sus sentidos en el tema que nos incumbía, o al menos 2 o 3. Durante aquellos diez minutos el médico nos pertenecía. El caso es que se marchó y al cabo de 5 o 6 minutos volvió a la mesa. Nada más tomar asiento y coger el boli, entró otro hombre, esta vez vestido de paisano, que se dedicó a hurgar en los papeles que rodeaban a nuestro medico, abrir el armario y coger varios artilugios, hasta que se sentó a un lado de la mesa. Mientras yo observaba a dicho sujeto, nuestro médico le pidió a mi acompañante que lo siguiera. Perplejo y totalmente desconcertado me quedé sentado sin saber qué hacer. Una auxiliar que merodeaba por allí me preguntó: “¿por qué no has ido con ellos?”. Y yo, desde mi absoluta sinceridad, le contesté: “no tenía ni idea que se iban”. Muy amablemente me llevo al lugar donde se encontraba mi acompañante, otra habitación igual de desangelada situada en el mismo pasillo. Al entrar suspiré aliviado cuando comprobé que mi acompañante seguía con vida.

Después de finalizar la auscultación volvimos a la consulta, pero antes de entrar, descubrimos que otro hombre con bata blanca la había invadido y, en el lugar que teníamos asignado, se hallaba otra mujer a la que estaban atendiendo. Nuestro médico nos indicó que permaneciésemos en el pasillo un momento. La puerta quedó entreabierta y contemplamos como el hombre con bata blanca y nuestro medico charlaban a carcajadas mientras veían un video en el móvil. Transcurridos otros 5 minutos recuperamos nuestros asientos con ganas de manifestarle nuestras quejas, pero por miedo a que definitivamente pasase completamente de nosotros, no abrimos la boca. Nuestro médico apuntó las últimas frases del diagnóstico y prescribió un tratamiento, además de solicitar otra prueba para descartar cualquier tipo de dolencia no detectada. Por cierto, tuvo que redactarla a mano porque el ordenador estaba roto. Después de eso, nos levantamos y salimos corriendo del hospital.

jueves, 5 de febrero de 2009

El curioso caso de Benjamin Button

Hay algunas películas que desde las primeras imágenes ya sabes que van a ser muy buenas: la frase inicial que te introduce de lleno en la aventura, el escenario, la música. Eso ocurre con la inusual historia de Benjamin Button, una persona normal que nació en circunstancias inusuales. De entrada, hay que explicar que está basada en un cuento fantástico de F. Scott Fitzgerald rebosante de vida (es asombroso como las historias más inverosímiles pueden alumbrar los sentimientos más profundos del ser humano). Y en el fondo es sólo eso, un puro cuento, con moraleja incluida, una vida contada.

El filme en su conjunto está completamente ajustado, presentación, nudo y desenlace. Nda desentona, como si todos los miembros del equipo artístico y técnico se hubieran contagiado de la maravillosa criatura que tenían entre manos; la mágica y bellísima estética visual, las interpretaciones emotivas del reparto, diálogos acertados por su franqueza y trascendencia, escenas cuidadísimas hasta el más mínimo detalle con un simbolismo embriagador, pero el mayor logro de la película es que conduce al espectador a identificarse con la vida de un hombre común, dentro de unas circunstancias personales extraordinarias, donde confiesa sus luces y sus sombras, adversidades, pérdidas, sueños, amor. Y lo hace envolviéndonos en un halo mágico, haciéndonos sentir especiales al formar parte de los avatares de este ser a contracorriente.

Con este trabajo, su director David Fincher se erige como unos de los más grandes autores contemporáneos. Si bien es cierto que, tras la asombrosa “Seven”, cayó en un cierto comercialismo efímero en “The Game” y “La Habitación del Pánico”, pasando por películas que siendo valiosas (El club de la lucha y Zodiac) dejaban sensaciones encontradas. Pero ahora ya no cabe la duda, El curioso caso de Benjamin Button es una enorme película, arrebatadora, alucinante, que permanecerá en el tiempo, envejeciendo como deben hacerlo las obras maestras, mejorando con los años. Nadie puede perdérsela.

domingo, 25 de enero de 2009

LA CASUALIDAD

Pienso que las casualidades encauzan el devenir de los acontecimientos. Algunas pasan inadvertidas a la conciencia y otras nos parecen tan maravillosas que las imaginamos impulsadas por una fuerza superior. Yo, aunque no creo en divinidades, descubrí una de esas personalísimas casualidades surgida del mayor de los azares y, posiblemente, sin relación alguna, pero que ante mis ojos, hacen que me sienta especial de alguna forma, como si un cúmulo de accidentes vitales estuviese encaminado a cubrir un vacío en lo más profundo de mi ser. El caso es que entre 1921 y 1922 nacieron cuatro de las personas que más han influido en mi vida, marcando muchos de los ideales y la visión que mantengo del mundo, con las que también he disfrutado muchas horas y a las que admiro profundamente. Estos personajes son: José Hierro, Fernando Fernán Gómez, José Saramago y Carmen Martínez, mi abuela. Como veis, tres de estos protagonistas son famosos y han tenido un reconocimiento social, a excepción de mi abuela, que sólo ha soportado una vida llena de adversidades y trabajo. Cada uno de ellos ha llevado caminos diferentes y, seguramente, ninguno de los cuatro se conociera, sin embargo, los he hecho míos y sus andanzas son parte esencial de mi educación sentimental.

En concreto, de José Hierro, poeta único, guardo en la memoria un puñado de poemas que son suficientes para entender la complejidad de la existencia, el desconcierto de hallarnos perdidos en mitad de la intemperie. Decía, por ejemplo, que en el dolor se encuentra la alegría porque así nos sentimos vivos. Era un persona honesta, sensible, buena y con sentido del humor. Y escribía sus versos sentado en la mesa de un bar acompañado por una copa de chinchón, muestra incontestable de cómo una vida sencilla puede esconder la mayor de las riquezas, qué más se puede pedir.

El segundo referente es José Saramago, creador de una realidad fantástica. Me mostró la fábula de un mundo corrompido por la ceguera, la violencia, la incomprensión, pero en igual medida, de como la belleza siempre puede salir indemne. El “Ensayo sobre la ceguera” es un demoledor alegato contra la injusticia y el alcance de la perversidad del miedo. Esta novela sigue en mi cabeza después de haberla leído hace mucho, y me permite entender las cosas desde la mirada que aprendí en aquel libro.

El último de los personajes famosos es Fernando Fernán Gómez. En él destacan cualidades como el ingenio, la inteligencia y la fuerza desmesurada de un actor capaz de provocar múltiples emociones con solo su mirada. Pero también en su obra y en su persona sobrevuela un humor demoledor como respuesta lúcida al absurdo de las cosas. Una de sus mejores anécdotas es aquella en la que le preguntan que hizo el día que acabó la guerra civil, y él respondió que nada, simplemente, se dedicó a caminar hasta las afueras de Madrid para comprobar qué había más allá; anduvo y anduvo hasta que entendió que no encontraría nada sorprendente, sólo que podía seguir caminando.

Finalmente está mi abuela. Como entenderéis muchos de vosotros, de quien más he aprendido creo que es de ella. No por el hecho de ser la persona más allegada, o la más inteligente, ni porque haya tenido una vida particularmente asombrosa, sino por su presencia y la manera de mantenerse en pie cuando todo a su alrededor se derrumbaba. Ella cuenta que durante los años cuarenta pasó una temporada terrible en un cortijo que regentaba con mi abuelo. Relata que la comida diaria se reducía a un cocido de garbanzos compuesto por agua, garbanzos, y como ingrediente sustancioso, le añadía un “chorreón” de aceite. Así todos los días. Luego regresaron al pueblo y abrieron una taberna. Siguieron pasando hambre. A mi abuela le encanta contarnos sus historias, siempre lo hace con una sonrisa en los labios. Yo la miro y pienso que no es posible tanta entereza después de haber perdido a casi todos sus seres queridos, después de trabajar hasta el agotamiento más absoluto; rememora el día que cayó al suelo hastiada de trabajar, mareada porque llevaba varios días insomne, sin rabia ni resentimiento, sin tristeza, aceptando que su vida era la que tenía que ser. Yo contemplo el mundo que me rodea y no entiendo esa gente que se jacta de hacer cuatro memeces o a esos políticos mediocres que se creen superiores sin haber pasado ni la más mínima de las penurias que pasó mi abuela. Parece que hemos olvidado quién tiro del carro en este país cuando pintaban bastos en las tinieblas del dictador. Creo que en este momento de crisis sería bueno echar la vista atrás y recuperar las enseñanzas de estos ancianos prestigiosos o anónimos, como mi abuela, que dieron tanto sin recibir nada a cambio.

martes, 20 de enero de 2009

¿Existe Andalucía oriental?

Existe una plataforma en la red www.andaluciaoriental.org que aboga por la creación de una comunidad autónoma compuesta por las provincias orientales de Andalucía (Jaén, Granada y Almería). Su ideario principal es el rechazo a la gestión que la Junta de Andalucía realiza en dichas provincias, los agravios y menosprecios hacia la población de esta parte de la región, la consideración de personas de segunda desde la administración andaluza y el centralismo sevillano.

Desconozco la vocación con la que nace esta asociación y tampoco quiero analizar los intereses políticos que puedan subyacer a esta propuesta, no obstante, me ha hecho pensar sobre el asunto. De partida tengo que decir que soy jiennense y, en líneas generales, corregirme si me equivoco, por aquí predomina un carácter tranquilo, festivo, unido a un aplastante humor negro. Ahora bien, cuando he recorrido la geografía andaluza, y conozco a personas de todas las provincias, la cosa cambia; cada lugar tiene su propia idiosincrasia. No quiero yo establecer los límites geopolíticos, sin embargo, cuando viajo a Sevilla o a Cádiz me siento forastero, su estilo de vida me resulta ajeno, los gestos, las palabras y el particular sentido del humor. Por el contrario, si me desplazo a Almería me siento de otra forma, me identifico con la forma de relacionarse de los lugareños, el humor, y allí sí me siento con en mi casa.

Otras cuestiones importantes son la falta de equilibrio territorial en cuanto a recursos, infraestructuras y protagonismo dentro de la comunidad. Ahí ya empiezo a encabronarme, y el debate daría para enriquecedoras reflexiones, pero confieso que lo que me endemonia irremediablemente es la imagen prototípica de lo propiamente andaluz que se enseña al exterior y la abominable programación que canal sur, cadena de televisión pública andaluza, muestra sin ningún tipo de reparo.

No estoy a favor de separar nada, bastantes quebraderos de cabeza provoca mantener unido lo que ya tenemos, pero en definitiva, un buen tirón de orejas a la prepotencia imperante, la reivindicación de otros patrones culturales y un poquito más de dinero por estos lares, bienvenido sea.

miércoles, 7 de enero de 2009

Feliz año

Los días, los meses, los años, pasan a una velocidad de vértigo, como si el tiempo estuviese en constante huida. Ante esta contrariedad, el ser humano se inventó la medida del tiempo para intentar apresar los segundos y sentir ilusoriamente que somos dueños del presente. De este modo, cada nuevo año realizamos un esfuerzo por modificar aquellos desarreglos en la vida cotidiana que tanto nos agobian, tratando de cerrar página a los numerosos errores que cometimos y haciendo propósito de enmienda para ser un poco mejores; cuidar a las viejas amistades que frecuentamos poco, defender los principios morales allí donde vayamos, fraguar aquel proyecto que nunca nos atrevimos a realizar, seguir creciendo o viviendo o, simplemente, manteniendo la vitalidad encendida en esta encrucijada de azares situada delante de los ojos cada nuevo amanecer. En definitiva, solo queremos vivir y sentirnos vivos. Para eso, tenemos que ser conscientes que jamás podremos parar el tiempo, moldearlo a nuestro gusto. Y la verdad es que tampoco es necesario; el valor de envejecer se encuentra en ser capaces de recordar lo vivido sabiendo que el pasado nos pertenece, aunque sea la más absoluta cotidianidad, una sencilla existencia. Qué más da lo que les ocurre a otros si la realidad, los sueños que fluyen en nuestras venas, son los que merecen la pena. Feliz año.

"Aquel que ha sentido una vez en sus manos temblar la alegría no podrá morir nunca" JOSÉ HIERRO