lunes, 7 de junio de 2010

Alicia y mi niño

Todos nos hacemos adultos antes o después. Es como un veneno que se va metiendo en la carne, en los huesos y en el alma, hasta que poco a poco nos convierte en piedra, nos roba la ingenuidad, la capacidad de sorpresa, el esplendor de las cosas sencillas. Sin embargo, siempre hay momentos en los que ese niño que está atrapado en nuestro interior puede escapar por cualquier rendija. Y digo esto porque el viernes pasado después de ver "Alicia", la película de Tim Burton, ese niño que dormitaba en mi cabeza se largó por detras de la pantalla blanca del cine.
Merece la pena esta cinta que despliega imaginación por los cuatro costados, consigue que veamos las cosas reales, lo tangible, lo monótono, desde un prisma más próximo a la fantasía. La relectura de esta historia más que conocida tiene encanto. Nos devuelve, desde una mirada adulta, a un tiempo perdido, y nos muestra a unos personajes encantadores, desplazados por ese mismo tiempo, su agotamiento, mientras esperan que se cumpla su sueño en el cuerpo (voluble) de Alicia. Luego está la capacidad asombrosa que posee Tim Burton de crear imágenes tan alucinantes que te dejan embobado, y unas buenas interpretaciones que hacen el resto. Sólo decir, como rémora, que el avance de la película es un tanto soso, qué se le va hacer, siempre hay que sacarle puntilla a lo verdaderamente bueno. En fin, no dejeis pasar esta estupenda peli, que yo voy a la calle a buscar a mi niño que estará jugando con las canicas.

"Aquel que ha sentido una vez en sus manos temblar la alegría no podrá morir nunca" JOSÉ HIERRO