jueves, 11 de diciembre de 2008

AZUL

En la película "Azul", la primera parte de la trilogía de Kievlowski, se relata una historia durísima sobre la muerte y la forma de superar el duelo de su protagonista, con una aliento poético brutal y emocionante. Al verla pensé en la multitud de formas que puede adoptar el dolor y la capacidad infinita de soportarlo que poseemos los humanos. Como dicen muchos psicologuillos (yo soy uno de ellos) y multitud de libros de autoayuda, las crisis son una oportunidad para crecer. En mi opinión, el dolor, las tragedias, la tristeza en definitiva, permiten que veamos el mundo desde otro prisma, con mayor clarividencia, una pausa para reflexionar sobre lo ocurrido y, a su vez, el impulso para iniciar una nueva andadura. A veces intentamos escapar del dolor, pero no es bueno, hay que dejar que nos atraviese y entonces obtendremos la fuerza suficiente para salir a la superficie y seguir avanzando.
A continuación incluyo un poema inspirado en la película, una forma personal de entender el dolor que sentía el personaje:

AZUL

In Memorian Krzysztof Kievlowski

Hiela el silencio la habitación azul.
La mujer en el colchón desnudo
llora el dolor mientras la nieve
lame las ventanas tristes
porque no saben cómo consolarla.

Ella recuerda la pelota roja carretera abajo
Desertando de la vida.
Ya no recuerda al marido muerto
ni el día que se enamoró, ni a su hija
muerta ni el tiempo que lleva sin ella.

No sabe si el cielo sigue ahí,
si la nieve de ahora son copos de corcho
o si ella es un espectro deambulando en el asfalto.
Solo retiene la imagen de sus ojos ensangrentados,
las ventanas resquebrajadas del coche
y la pelota rodando y rodando.

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"Aquel que ha sentido una vez en sus manos temblar la alegría no podrá morir nunca" JOSÉ HIERRO