sábado, 25 de octubre de 2008

La casa del molino

Estoy un poco melancólico. Siempre que me pongo a escribir me invade un sentimiento nostálgico, algo así como un deseo de no olvidar lo que es imposible retener ni revivir, porque ahora es propiedad de alguien que fuimos. En fin, quería rendir homenaje a aquellos lugares que nos trasladan a un pasado feliz, a momentos que nos abrigaron de alegría. Da igual que sea un lugar físico, una música evocadora, un amigo que reencontramos después de mucho tiempo y nos devuelve ilusiones abandonadas, no importa. Lo que quería era subrayar o ensaltar aquellos sueños vividos que nos definen como las personas que somos, y sin los que no sabríamos seguir hacia delante. Ahí va este poema:

Para Elisa.


En la casa desvencijada del molino
están sepultados bajo toneladas de mugre
tantos recuerdos que creí perdidos.
Al llegar contemplo que los límites
de las cosas ya no están en su lugar,
como si el óxido del tiempo ennegreciera
el paisaje. Las vigas se tambalean
como ahogados animales moribundos .

Sentado en una piedra al borde del río
cae la alegría bañada en el delgado
hilo de agua que aún pervive,
y oigo cómo regresan las voces perdidas
de los niños entre hojas amarillas
y la silueta fantasmal de seres queridos
que viajan ingrávidos por otros mundos.

Subimos la cuesta, el sol lame los árboles,
calma la tristeza. En los ojos de Elisa
tintinean sueños infantiles que arden
como bengalas desesperadas. Echamos
la vista atrás con la esperanza inválida
de hallar los trozos de vida esparcidos
en las caducas habitaciones para siempre.

2 comentarios:

mariapán dijo...

Supongo que los 30 años se forjan de todo esto, de la nostalgia y de la magnificación de los recuerdos en la memoria. Yo, a veces, juego a ojear e intentar retener cada detalle del lugar en el que me encuentre (en presente) sé que, más tarde, cuando pasen unos años, ese presente será una pizca de nostalgia y me gustará recordarlo...no sé...ya ves que no cambio,sigo desvariando como siempre...jajajaja
Me ha gustado mucho, cuando haces prosa poética sencilla me encandilo.
Un beso desde mi rincón de presente

J.A. dijo...

Pues llevas razón con lo de la prosa poética, es lo más próximo a mis entrañas y los textos que más me gustan.

Respecto a tu visión ferozmente vitalista, discrepo un pelín. Cada momento nos retrotrae a vivencias, sabores y sentimientos pasados, y a veces, consiguen que ese repaso existencial haga que este instante que pasa sea más y más esencial por la profundidad que alcanza. Bueno, como ves, yo siempre desvariando también.
Un beso desde mi rincón de presente.


"Aquel que ha sentido una vez en sus manos temblar la alegría no podrá morir nunca" JOSÉ HIERRO