lunes, 6 de octubre de 2008

EL BAÑO

Pasado mañana es el cumpleaños de mis sobrinillas. Tengo la sensación que al estar junto a las renacuajas, el tiempo es menos áspero y los sinsentidos dejan de serlo. Hace algunos meses inspiraron el poema que aquí traslado. Quiero dedicarselo también a todos "esos locos bajitos" que pululan por vuestro mundo y que, gracias a su inocencia, mantienen viva la esencia dulce de vivir:


A María, Pilar y Raquel.

En el limbo inasible de la tarde,
cuando la noche entreabre sus puertas
y el día pende en el hilo del olvido,
tras la fortaleza invisible de las ventanas
los niños juegan con naves espaciales
en el océano de una bañera.
Inocentes, ajenos a toda fiereza,
juegan con patitos de goma
mientras los padres velan sus fantasías
y los empujan a través de tormentas y miedos,
contra su propio miedo,
hacia el umbral del futuro.

Entre las enredaderas del tiempo,
los niños van diluyéndose en el agua,
y ya no hay patitos de goma ni naves especiales.
Los desesperados padres, locos enamorados,
buscan las huellas de los sueños
que dejan sus hijos en este viaje
de trenes impredecibles.

1 comentario:

mariapán dijo...

Definitivamente no me haré grande...¡eso nunca! yo me quedo en el océano de la bañera aunque nisiquiera quepa en ella...jejeje
Un besito Janan!!!


"Aquel que ha sentido una vez en sus manos temblar la alegría no podrá morir nunca" JOSÉ HIERRO