Se pierden los llantos
que el cielo arrastra en cabalgaduras blancas.
Estoy solo bajo los rayos podridos
que caen sobre esta maldita tierra
a punto de reventar. La realidad
parece briznas de madera
a lomos de un viento iracundo.
Y ahora nada es lo que era;
árboles abiertos en canal como cáscaras de plátano,
aguas amarillentas que tiemblan en su propio seno...
Estoy solo y nada se oye
sobre el ruido metálico de criaturas apocalípticas
que campan a sus anchas por calles sin nombre.
Las gentes huyen hacia ninún lugar,
los parques son infiernos diminutos
y reina un polvo gris que cubre el mundo,
las manos y los ojos.
Estoy solo en este páramo sin mas esperanza que el dolor
y el inquebrantable son de la sangre despavorida.
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